El silencio de la Plaza México es una tragedia

Rebeca Marín

El silencio es el más oscuro de los sentimientos, lleva con él emociones dolorosas contenidas. Hoy la pérdida de una buena parte de nuestra identidad es lamentable, la tragedia cultural, económica y social es un golpe devastador para la cultura de la tauromaquia, también es una tragedia económica y ecológica que afecta a dehesas y ganado, a miles de familias, 80 mil empleos directos y casi 150 mil indirectos es lo que se perderá, mientras tanto, la pobreza y la violencia en México alcanza niveles alarmantes, y la industria de la carne sacrifica millones de reses anualmente sin que estos temas generen la misma indignación pública, vaya ni siquiera se discute el tema.

 

Desde su inauguración en 1946, la Plaza de Toros México ha sido un símbolo de la cultura taurina para esta generación, no solo en la Ciudad de México sino en todo el mundo. Con una capacidad de 50,000 espectadores, es la plaza de toros más grande del mundo y ha sido el escenario de faenas memorables de figuras legendarias como Manuel Rodríguez "Manolete", Paco Camino, José Tomás o el mexicano Silverio Pérez, Eulalio López El Zotoluco.

 

En 1907 se inaugura la plaza de La Condesa, antes de ello en 1976 se erige la Plaza de Toros del Paseo Nuevo en la Ciudad de México en Bucareli, fue Maximiliano de Hasburgo quien en 1864 quien prohíbe las corridas de toros, después una nueva plaza se construyó en la avenida Bucareli en 1887, pero en realidad la fiesta brava tiene en México más de 500 años de existir y si, es parte de la idiosincrasia de una gran parte de nuestra gente, es parte de nuestra identidad y que no me vengan con el cuento de que nuestra identidad son las culturas prehispánicas solamente.

 

La tauromaquia no es solo un espectáculo, es una tradición profundamente arraigada, con raíces en el Virreinato de la Nueva España con una evolución que la ha convertido en parte del patrimonio cultural inmaterial. Ha sido declarada así en muchos lugares, no entiendo porque lo que es patrimonio cultural de la humanidad no es universal y como existen pseudo animalistas que puedan negarlo.

 

La prohibición de las corridas de toros en la Ciudad de México no solo afecta a los aficionados, sino a toda una cadena de trabajadores que dependen de esta industria. Desde los toreros, ganaderos y empresarios hasta los empleados de la Plaza México, vendedores ambulantes y transportistas, miles de familias han perdido su sustento.

 

El toro bravo es una raza única, criada con un propósito específico y este es, la lidia en la plaza. Criar un toro cuesta entre 70 mil y 100 mil pesos, y la verdad es que las ganaderías son perdederías, no conozco a ningún ganadero que haga dinero con la crianza, lo que sucede es que dudo mucho que ahora quieran perder más, ya que los toros ser venden en las plazas en alrededor de entre 50 y 80 mil pesos y no solo pone en riesgo la economía de estas familias, sino que también amenaza la biodiversidad y la existencia misma de esta especie. La espantosa humanización de los animales, está afectando a muchas áreas, no son mejores personas quienes pasean a su perro en una carriola y dicen que tienen perrijos, si no hacen nada por los niños que abundan en las calles con sus caritas sucias, pidiendo limosna. Es más fácil adoptar un perro que adoptar un niño.

 

Sin la tauromaquia, muchas ganaderías han tenido que sacrificar sus animales en mataderos convencionales, donde mueren en condiciones mucho más crueles y sin la dignidad de la lidia. Lo paradójico es que, en nombre del "bienestar animal", se está condenando al toro de lidia a la desaparición, mientras en los rastros despellejan a los animales aun estando vivos.

 

La Plaza México ha permanecido en silencio varias veces, los eventos taurinos atraían turismo, llenaban restaurantes y hoteles, y generaban una derrama económica significativa. Hoy, la falta de actividad ha convertido a la plaza en un símbolo de la decadencia cultural provocada por decisiones políticas que ignoran la realidad de quienes vivimos esta tradición.

 

Y si, es ignorancia de parte de los animalistas y por supuesto de los políticos, en cambio existe una indiferencia ante la violencia en contra de las personas.

 

Mientras que las corridas de toros no llegan a 500 toros lidiados, año tras año, los homicidios rondan los 30 mil anuales.

 

En 2004 me tocó organizar La Marcha Blanca, a donde asistieron alrededor de dos millones de personas en busca de paz, en Paseo de la Reforma; Av. Juárez y las calles del centro, todo el comercio abrió y no hubo una sola pinta, hace unos días manifestándose en el Palacio de Donceles, hubo tres taurinos detenidos que intentaron entrar a la Cámara de Diputados de la Ciudad, y solo a manera de ejemplo. resulta increíble que en el día de la mujer se llenen de grafiti los espacios públicos, se destruyen monumentos y exista diálogo con las autoridades, sin que exista ningún tipo de represión, como la existió en contra de los taurinos.

 

La hipocresía de los políticos y muchos medios que de manera irresponsable han promovido la prohibición de las corridas de toros argumentan que lo hacen en defensa de la vida, pero ¿dónde está su indignación ante la ola de homicidios? Mientras que se celebran las medidas contra la tauromaquia, las fosas clandestinas siguen apareciendo en los campos de exterminio. El problema no es solo la violencia, sino la indiferencia ante ella. La prohibición de las corridas de toros ha sido una estrategia política para ganar popularidad entre ciertos sectores de la sociedad, pero no ha resuelve ni un solo problema real del país, en cambio ha servido como distractor. 


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