Ello originó que los organizadores echaran mano de grupos vivienderos y empleados de la alcaldía, para que ocuparan las sillas y la jefa de Gobierno tuviera público en su discurso.
Los teléfonos de los diputados de la zona sonaban con insistencia, pidiéndoles que enviaran gente al acto, pues estaba resultando un fracaso y Clarita ya se había puesto verde; temía pasar como una gobernante sin rating, en una alcaldía de casa.
El que ningún diputado fuera invitado, porque la gobernante quería llevarse sola las palmas de los vecinos, sólo evidenció la falta de convocatoria de la alcaldesa Lourdes Paz, quien nunca se ha distinguido precisamente por su arrastre.
Habría que ver si el vacío a Brugada se debió solamente a su falta de convocatoria, o a que alguien le quiso meter el pie, para que no ande de lucida cada semana en las alcaldías. Nadie olvida que Paz no es de su equipo, sino del de Claudia Sheinbaum.
Aunque al final se pobló el evento con funcionarios y empleados de la alcaldía, no satisfizo a nadie. Pero si bien la alcaldesa tuvo tache, no fue la única.
Y es que Clarita le ha estado dando bola a su flamante secretario de Atención y Participación Ciudadana, Tomás Pliego, quien ni hace ni supervisa la chamba. Dicen que no le gusta ensuciarse los zapatos.
En su gira de la semana pasada por la Cuauhtémoc, la jefa de Gobierno sólo caminó media cuadra, pues sus recientes operaciones de cadera la obligan a usar bastón. Pero eso sí, antes del evento, 300 Servidores de la Nación ya habían visitado a los vecinos.
Esa ocasión, Brugada preguntó a los habitantes qué necesitaban, y comprometió públicamente a la alcaldesa Alessandra Rojo de la Vega, a que daría respuesta a sus peticiones.
¿Pero quién es la jefa de Gobierno para imponerle agenda a una funcionaria elegida en las urnas? Y peor aún, ni modo que se tenga que reportar con Pliego, quien no deja de ser empleado gubernamental.
Es curioso que Clarita comprometa a las autoridades de la alcaldía con los vecinos, para que den solución a sus múltiples peticiones; si éstas se cumplen, ella se lleva los aplausos; si no es así, serán las alcaldías las que les fallaron.
Está claro que con sus giras, la exalcaldesa de Iztapalapa busca hacer su ronchita para que la gente se la deba a ella, y no necesariamente a Morena, por lo que pueda ocuparse en unos añitos, cuando se definan nuevas candidaturas.
No sólo quiere meterse en las alcaldías opositoras, sino también en las de la 4T que no le son precisamente afines, pues jalaron con Omar Hamid García Harfuch en la búsqueda de la candidatura a la Jefatura de Gobierno.
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