Si el perredista Jesús Zambrano creía que, con haber devuelto los bienes de su partido, luego de que las autoridades lo intervinieran tras las elecciones de junio pasado, sus problemas habían quedado en el olvido, se equivoca.
Tras no alcanzar el 3 por ciento de los sufragios a nivel nacional, que es el mínimo requerido para que un partido conserve su registro, el INE decretó la desaparición de la histórica organización de izquierda.
Les exigieron la entrega de todos los inmuebles y equipo de sus instalaciones, además del congelamiento de las cuentas bancarias donde cada mes recibían su millonario financiamiento público.
Ya sin sede nacional, Zambrano y su camarilla dejaron de asistir a los grandes restaurantes y tuvieron que sesionar en los Sanborns. Quizá pensaron que eso había sido lo peor… ¡pero se equivocaron!
Sus finanzas están siendo auditadas, porque se les olvidaba pagar impuestos y cuotas patronales de sus trabajadores, además de no justificar infinidad de gastos, que estaban obligados a transparentar, por manejar recursos públicos.
Durante años se adueñaron de todo y no dieron cuentas a nadie, pues en todo caso eran gobierno, o al menos jugaban una posición importante, sobre todo en las alianzas políticas que empezaban a tejer.
Pero hoy que no existen más, no se pueden ir tan tranquilos, pues amén de las auditorías, existe una demanda de parte de trabajadores del PRD de la CDMX donde, por cierto, sí conservaron registro como partido local, por falta de pago.
Con ese afán de quedarse con todo, sobre todo tratándose de dinero, Zambrano y el resto de Los Chuchos hicieron un Consejo Político ilegal para arrebatarle los recursos a sus dirigentes en la capital.
Congelaron las cuentas del partido en la CDMX y pidieron que sus recursos les fueran depositados a los dirigentes nacionales, en las cuentas que el CEN manejaba. Desde ahí castigaban a los militantes capitalinos que no se alineaban con ellos.
A pesar de ello, el sol azteca en la capital conservó su registro y se mantiene vigente, por lo que Zambrano y su camarilla ya le echaron el ojo, y no quitan el dedo del renglón para quedarse con la sede, pues no tienen de dónde más sacar.
El problema para Los Chuchos es que, además de que en la 4T los alucinan y los quieren desaparecer, se les han juntado varias denuncias por malos manejos financieros, que difícilmente podrán librar.
Quizá olvidaron que este tipo de delitos tienen una vigencia de al menos siete años, y ni siquiera llevan la mitad de uno de haber desaparecido, por lo que en lugar de estar pensando cómo apoderarse de la dirigencia local, tendrían que poner sus barbas a remojar.
Quienes han tenido acceso a los expedientes dicen que las denuncias contra ellos proceden, pero que si hiciera falta, en las altas esferas morenistas buscarían echarle un empujoncito hacia abajo, con algunos magistrados amigos para que los hundan.
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