En 2018 se esperaba que la aplanadora obradorista barriera con el oficialismo y, aunque para muchos Morena obtuvo más de lo que merecía, la derrota se explicaba por el hartazgo de la gente y la corrupción del gobierno.
El nuevo partido llegó con las premisas de honestidad y esperanza, pero resultó peor que sus antecesores y no sólo aumentó la corrupción, sino que la solapó e inició la destrucción de las instituciones, que tantas guerras y sangre costaron al país.
Pero si la esperanza no se cristalizó y la rampante corrupción se instaló en el nuevo gobierno, dejando sin seguridad, salud, educación, agua y energía eléctrica a la población, ¿cómo es que Morena volvió a ganar y esta vez con mayor amplitud?
Nadie vio venir el tren que pasaría por encima a la oposición, incluso en las plazas donde no se pensaba que pudiera entrar, como Yucatán, considerado el estado más seguro del país bajo la gubernatura del panista Mauricio Vila, el mejor calificado a nivel nacional, ganó.
La aplastante victoria sorprendió a los propios morenistas, que tenían como escenario óptimo ganar por 15 puntos, aunque los más optimistas hablaban de 18. Los 30 que Sheinbaum sacó a Xóchitl Gálvez ni en sueños se lo hubieran imaginado.
Mucho menos que cristalizarían su llamado plan C para obtener la mayoría calificada en el Congreso y poder modificar la Constitución a su antojo.
Pero, al final, la 4T no sólo repitió el triunfo del 18, sino que superó con creces los números de Andrés Manuel López Obrador, lo que se veía imposible. Si bien el triunfo de Claudia estaba cantado, ni los propios morenistas esperaban que fuera de ese tamaño.
La oposición estaba consciente de que el país podía quedar en manos de Morena, pero daba por hecho que la capital cambiaría de dueño y que sería el contrapeso del gobierno federal, como había sido hasta antes de la llegada de Sheinbaum a la Jefatura de Gobierno.
El equipo de Santiago Taboada esperaba ganar por siete puntos, a pesar de que Clara Brugada siempre mantuvo el discurso de que obtendría una ventaja de dos dígitos, entre diez y 14 puntos; ganó por 12.
Incluso, al término de la elección, las encuestas de salida de las empresas contratadas por los opositores les confirmaban que los pronósticos se habían cumplido y que Taboada había ganado la Jefatura de Gobierno.
Pero de pronto la sonrisa se les borró y, aunque el PREP se movió con una lentitud desesperante, las actas que sus propios representantes les hacían llegar indicaban que habían perdido la elección.
¿Cómo se llegó a esta situación?, no lo tienen claro. Siguen en la etapa de revisión del proceso y haciéndose la misma pregunta, pues es una derrota aplastante que no deja lugar a dudas.
Cierto que no fue una contienda equitativa, pero se supone que el hartazgo de la sociedad civil cobraría factura al gobierno. No fue así, lejos de eso, la mayoría ratificó la continuidad de la 4T, lo que pone en jaque a toda la oposición.
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